LA BOLSA DE PAPEL
El dibujo de la bolsa de papel es un ejercicio para desarrollar nuestra habilidad de percibir y dibujar formas y de identificar la luz y sombra como una forma más, estructurarlas entre sí, e ir paso a paso organizando los tonos del objeto representado. A veces el dibujante debe retroceder para ver mejor lo que se ha hecho hasta el momento y aceptar poco a poco los matices de tonos mediante la insistencia del profesor. Y a aceptar sobre todo la oscuridad, y entender que sin oscuridad no hay luz. A esta altura del curso aún no se ha hablado de composición, pero se da importancia a la relación entre el modelo y el fondo. Dar, por ejemplo, un línea oscura en la parte superior del plano nos desvela que el objeto esta recostado sobre algo (normalmente una mesa), cosa que nos da una sensación de estabilidad, y que hay un fondo que se pierde en la profundidad de una hoja de papel. En algunos casos ese fondo oscuro no existe, y el dibujo se nos acerca como si fuéramos nosotros los dibujantes en lugar de los observadores. La bolsa de papel pone a prueba la capacidad del alumno a ir más allá del objeto y de sus prejuicios sobre la belleza de las cosas, de aceptar que el objeto representado se diluye, para el artista, en una conjunción de formas abstractas, y que la belleza emerge en la obra más allá de las cualidades preestablecidas de la entidad del objeto representado.
En su libro “The Zen of seeing” Frederick Franck escribe: “El dibujo es una disciplina por medio de la cual constantemente redescubro el mundo. He descubierto que lo que no he dibujado no lo he visto nunca, y que cuando comienzo a dibujar una cosa corriente comprendo lo extraordinaria que es, un milagro puro”.